lunes, 12 de noviembre de 2012

Carta a Lorena.


- Algo o alguien me ha dado una carta para que te la entregue el día de tu cumpleaños. ¿Quieres que la lea?
- Sí.
- En un caluroso diecinueve de Agosto de 1997, la madrugada entraba en la noche cuando un nuevo miembro de la familia Onrubia respiraba su primera bocanada de aire. Su nombre, Lorena. Mientras ella disfrutaba de sus primeros minutos de vida en el exterior, Diana cumplía casi un mes desde su nacimiento, el veinticuatro de Julio. Algo más tarde, el tres de Septiembre, Esther lloraba por primera vez en el hospital de Móstoles. Es unos meses después, el tres de Noviembre, cuando al fin nace la última pieza de este rompecabezas, Lidia.
Ellas aún no lo sabían pero tarde o temprano, los caminos de sus vidas se unirían formando un destino juntas.
A los dos años, Lorena conoce a Esther formando muy mala amistad con ella. Así es. Se tiraban del pelo a la salida del colegio, ¡eso lo sé yo! Poco a poco, la relación fue haciéndose más estrecha y ambas se dieron cuenta de estas amistades son muy valiosas. Qué mejor que cambiar un manotazo por un beso, ¿no?
Un año más tarde, Lidia y su dichoso afán por ser pija entran en escena. Las dos pequeñas la aceptaron en seguida tras los carnavales del colegio, ya sabes, ¡los disfraces de árbol y ratón hacen maravillas!
Crecieron las tres juntas, y no precisamente todo fue perfecto. Llegó un momento en el que el amor de Lorena hacia Hello Kitty, los enfados tontos de Esther y la pasión de Lidia por ver Fama se hicieron insoportables. No voy a decir que no tuvieron altibajos, pero sí dejaré claro que en todo momento lograros solucionarlo.
Cuando aún cursaban primaria,  Diana le dio vida al trío, ahora cuarteto con la reina de los collages chonis en el grupo.
Llegó la secundaria, y con ella, los cambios. La separación de clase de Lorena fue lo que más complicado se hizo de la entrada al instituto. A pesar de tener otras amistades y otros interés hacia los estudios, ellas siguieron manteniendo sus tardes en el Xanadú o si celebración de ‘San Amigas’.
Ahora, ¿para qué mentir? Las cosas han cambiado. Exteriormente, claro. En sus corazones sigue viviendo el recuerdo de aquella primera conversación, aquel primer llanto a su lado, aquel primer abrazo. Con sus destinos unidos por siempre, harán lo imposible para seguir el camino adecuado en su amistad.
Pero tranquilas, no lloréis ni os preocupéis. No debéis tener miedo de separaros. Yo personalmente me encargaré de que en este cuarteto salga todo a la perfección porque vuestra historia vale muchísimo.
¿Sabes ya quién soy?
- Aún no.
- Firmado: La Amistad.
Las cuatro pavas de siempre

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