martes, 9 de diciembre de 2014

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Apaga la luz, vamos a ver un amanecer de dorados alfileres clavandose en nuestro pecho.
Vamos a observar el horizonte bajo tus sábanas y estudiar las sombras que se proyectan en tu cama. 
Combatiremos el frío matinal con el abrigo de nuestros labios y la bufanda de tu risa nos envolverá. 
Apaga la luz para que el Sol se derrita en nuestros abrazos y el canto de los gallos se confunda con respiraciones alborotadas.
Dejame beber de tus ojos café, dejame respirar el aroma de tu piel canela aunque sea por última vez. 
Comparte conmigo una ducha de caricias para quitarte las legañas y cerrar el grifo de tus bostezos. 
Yo secaré las gotas de sueño pegadas a tu cuerpo y te ofreceré la toalla que tantas veces habré tirado.
Ponme ese vestido de besos que tanto te gusta y no te olvides de atar mis inseguridades en una coleta. Como broche final, ese lazo que nos une y unas gotas de perfume de amor barato. 
Descuida, ya me encargo yo de anudar tu corbata (y mi garganta) mientras retoco unos últimos detalles de tu adiós.
Antes de irte, apaga la luz, que no pueda escuchar la puerta de mi corazón cerrarse ni la llave precipitándose en el vacío de tu bolsillo. 
Antes de irte, apaga la luz, nubla tu presencia y mis ganas de volver a verte, que yo me quedo en silencio acunando entre mis brazos los recuerdos de esta noche.