Atrevernos a sentir, sin miedo.
Dejar a nuestra cordura brillar por su ausencia.
Ausencia... de ti.
A cada hora, a cada minuto, me faltas.
Y te necesito.
Lo solucionamos bailando al ritmo de una partitura callejera de Madrid,
disfrutando de la curiosidad de los vagabundos y las damas con abrigos de piel.
Mordernos los labios y cegados por los susurros arrastrados
llegar a la cima,
pero a la de tu cuerpo.
Para después lanzarme sin paracaídas
dejando marcas de pintalabios rojo a mi paso.
Enredarme en tu pelo,
hipnotizarme con tus ojos
y caer en la cuna que me hace soñar,
tu sonrisa.
Haz que la única guerra entre nosotros sea entre la cabeza y el corazón,
que por contradicciones exploten,
como nosotros en un beso.
Parisino o hollywoodiense,
pero a nuestra manera.
Porque, al fin y al cabo,
somos tu y yo,
somos nosotros,
a nuestra manera.